miércoles, 29 de enero de 2014

El retrato


El retrato
Los retratos no pueden faltar en el portafolio de ningún fotógrafo profesional, amateur o aficionado.
Ya sea porque cuando tenemos una cámara fotográfica en las manos por primera vez las victimas más propicias son nuestros familiares y amigos o por ese afán de congelar los buenos momentos para el recuerdo, lo cierto es que el retrato es uno de los géneros más cultivados por el colectivo fotográfico.
En algún momento de nuestro aprendizaje como fotógrafos nos damos cuenta de que entre los retratos que hacemos y los de los maestros hay unas diferencias muy notables. La curiosidad nos empuja a investigar y descubrimos un montón de técnicas de composición, iluminación, tratamiento de imagen, retoque, etc., que no sabíamos ni que existían y nos lanzamos a experimentar con el ánimo de conseguir realizar uno de esos retratos magistrales.
Pero la tarea no es nada fácil. Pronto nos damos cuenta de que las imágenes muestran personas, rostros, facciones, pero les falta algo. Al principio no sabes que es e intentas probar con diferentes ajustes en el procesado. Tal vez es el contraste, piensas. Claro el contraste le da más personalidad al sujeto. No. No es el contraste. Pruebas con la luminosidad, los niveles, el retoque. No. No es eso.
Revisas fotos y más fotos de los retratistas que te gustan y empiezas a caer en la cuenta de que la parte más importante del retrato es la espontaneidad del sujeto, del retratado.
Annie Liebovitz nos da una pista cuando nos dice que la mejor manera de estropear un retrato es pedirle al modelo que sonría. Automáticamente se pinta en su rostro una mueca forzada que para nada resulta natural. Acabamos de estropear una fotografía.  
Tal vez el sujeto no tenga ganas de sonreír cuando le vamos a hacer un retrato así que o nos las ingeniamos para crear un clima distendido donde poco a poco el modelo se muestre tal como es y si se ríe que sea porque le apetece o de lo contrario lo mejor será que le hagamos la foto serio (o sin reír) que tampoco pasa nada.
Personalmente ya hace tiempo que no le pido a nadie que sonría durante las sesiones de retrato, pero cuando la risa surge espontáneamente hay que estar preparado porque tal vez consigamos un retrato que nos deje satisfechos.
Y para ilustrar este post os dejo una foto de risa espontanea. ¡A que se nota!    
Espero que os guste.
¡Hasta pronto!

jmartinezbert