En 1.872,
Claude Monet pinto la obra que, cuando fue expuesta en 1.874, dio nombre al
movimiento impresionista.
Basta con
ver esa pintura para darse cuenta de que el color es lo único que precisaba
Monet para construir una composición. No hay contornos. Las formas aparecen por
simple contraposición de colores (azules y verdes que realzan el amarillo y el
naranja), no por el contraste entre claros y oscuros. Monet, estaba dotado de
una sensibilidad única para apreciar las más sutiles gradaciones tonales. El
color lo es todo.
Pues bien, si
queréis apreciar la obra de Monet en todo su esplendor no tendréis más remedio
que ir al Musée Marmottan de Paris o a cualquier otro museo que posea una copia
decente porque a pesar de todas las tecnologías del siglo XXI es muy difícil
encontrar una imagen en la web o impresa que refleje fielmente el color de la
obra. A veces, el despropósito es tan grande que ni tan solo se le parece. Si
no creéis lo que digo, u os parece exagerado, no tenéis mas que teclear
“Impresión sol naciente” en el buscador de Google y veréis un auténtico
muestrario de colores (si hacéis la prueba fijaros en que la pintura esté
firmada pues hay muchas copias descontroladas).
Ir a la
biblioteca tampoco creáis que soluciona el problema porque con los libros de
arte pasa algo parecido y al final uno ya no sabe cuál de las reproducciones es
la que más se parece a la pintura de Monet.
En mi
opinión, lo más razonable es consultar un buen libro, de esos que todavía se
imprimen con el inestimable “savoir faire” de los profesionales de las Artes Gráficas.
Lo más
seguro, claro está, es ir a Paris.
Mientras
seguiremos esperando a que alguien se preocupe un poco menos de los derechos de
autor y un poco más de la decencia de la reproducción de las obras.
Y para
ilustrar este post os dejo una fotografía que como es en blanco y negro no la
vais a ver con los colores alterados. ¿No?
Espero que
os guste.
¡Hasta
pronto!
jmartinezbert