Si es verdad el dicho que dice que el hábito no hace al monje, entonces un fotógrafo debe prescindir del tipo de cámara que tenga y plasmar el momento aunque sea con un smartphone.
De esto sabe mucho Meagan V. Blazier (http://www.meaganvblazier.com/) que con una modesta Canon PowerShot SX40HS crea unas imágenes con una atmósfera increíble que te transporta hasta esos mundos imaginarios, casi oníricos, que ella denomina “imaginescapes” (http://www.meaganvblazier.com/imaginescapes/).
Meagan nos muestra estos paisajes para que cada uno los interprete a su manera. No es el paisaje en si lo que interesa sino la forma en que cada uno lo ve. La herramienta, en este caso, no es lo importante. Lo que prima es la visión del fotógrafo. Su visión.
En el plano personal, tiendo a procesar las fotografías, sobre todo las de color, de manera que reflejen la realidad en todo lo posible. Algunas veces, durante el procesado, he lamentado no haber podido disparar bajo otras condiciones de luz o de climatología pero me he sentido obligado a respetar la realidad de lo que vi, sin tener en cuenta lo que en realidad sentí al hacer la foto.
Meagan me ha enseñado un nuevo camino. Me ha enseñado que la grandiosidad de un paisaje no tiene nada que ver la representación más o menos realista del mismo ni con una mejor o peor herramienta sino con otros elementos que no tienen por qué estar presentes en el plano físico, en el plano material.
Nuestro estado de ánimo, nuestras emociones, lo que sentimos. Esto es lo que hemos de plasmar en la fotografía si queremos que esta llegue a los demás. No es fácil, pero merece la pena intentarlo.
Gracias Meagan por mostrarnos otro camino.
Y para ilustrar este post os dejo una vieja imagen que he vuelto a procesar con nuevos ojos.
Espero que os guste.
¡Hasta pronto!
jmartinezbert