Recientemente estuve en el pueblo de Sant Julia de Cerdanyola desde donde se divisa el Pedraforca por la cara más fotogénica, la de la tartera.
Como iba a tener tiempo para hacer fotografías prepare el equipo y con la ayuda de la aplicación TPE y Google Maps calculé por donde iba a salir el sol para buscar una buena ubicación desde donde tomar las fotos al amanecer.
Según los datos de las aplicaciones el sol saldría a mi espalda e iluminaría la montaña frontalmente. Los primeros rayos de sol alumbrarían la cumbre y rápidamente bajarían por la tartera hasta la base de la montaña. Sobre Maps localicé una zona en las afueras del pueblo desde donde, sin obstáculos, se divisaba perfectamente la montaña.
A priori, las perspectivas eran buenas. Tal vez, este fin de semana traería una buena foto a casa.
En cuanto llegué a Sant Julià, lo primero que hice fue ir al lugar escogido sobre el mapa para ver si no me había equivocado -hay que tener el terreno estudiado con anticipación porque con la oscuridad de la madrugada los problemas son más difíciles de resolver- y, efectivamente, el lugar era perfecto para mi propósito. El terreno descendía ladera abajo y estaba despejado de árboles y arbustos por lo que la vista era limpia y clara.
Por la mañana el despertador sonó cuando aún era noche cerrada. Cogí el equipo que había preparado antes de acostarme y me encamine hacia el lugar escogido el día anterior.
El cielo estaba nublado y no se veían las estrellas ni la luna a pesar de que antes de ir a dormir estaba completamente despejado. Llegue aún de noche y con la ayuda de un frontal monte el trípode y la cámara orientada hacia donde el Pedraforca debería aparecer en cuanto salieran los primeros rayos de sol. Tenía la esperanza de que el sol se colaría por debajo de las nubes como muchas veces ocurre en las puestas de sol así que esperé pacientemente a que llegara el momento oportuno para disparar.
Al poco tiempo me di cuenta de que alguna cosa no iba bien. Detrás de la montaña que había a mi espalda los primeros rayos de sol trataban de abrirse camino pero las nubes que, hasta ese momento tenía la esperanza de que desaparecerían, no dejaban que llegaran hasta la cima de la montaña, de forma que todo la escena se fue iluminando con una luz difusa que para nada servia para mi propósito.
En fin, como dijo Murphy, todo lo que podía ir mal fue mal.
Después de desayunar despejó completamente y quedo un día soleado.
A mediodía, antes de comer, me fui hasta el mirador del Pedraforca que se encuentra en Falgars, planté el trípode y saque una serie de fotografías de las que os dejo una muestra de la que más me gusta.
Cuando la veo no puedo dejar de imaginar cómo quedaría esta foto con los colores rojizos de los primeros rayos del sol.
Espero que os guste.
¡Hasta pronto!
jmartinezbert