Patos escondidos (o de como echar a perder una foto por no repasar los
ajustes de la cámara).
Suelo
desplazarme a las carreras, maratones, medias maratones y otros eventos
deportivos que se organizan en los alrededores de mi ciudad y estoy
acostumbrado a fotografiar elementos en movimiento. Soy de los que les gusta
que el movimiento se vea porque transmite al observador esa sensación de
velocidad que las imágenes “congeladas” no son capaces de mostrar.
Para
disparar en el momento oportuno mantengo abiertos ambos ojos. Mientras con uno
sigo al sujeto, con el otro en el visor controlo en encuadre y en cuanto el
sujeto entra dentro del campo reencuadro y disparo. La profundidad de campo y
el enfoque continuo de la cámara suelen ser de gran ayuda pero, aun así, a
veces se me escapa algo y no tengo más remedio que arreglar los descosidos de
las tomas durante el procesado en PSE.
Diréis que
esto me pasa porque soy torpe, pero al no usar teleobjetivos -me gusta la
proximidad con el corredor- la escena se llena cuando el sujeto está muy encima
mío y entonces, todo sucede muy rápido. Por
todo esto, porque se la dificultad que entraña fotografiar elementos en
movimiento, valoro muy positivamente los fotógrafos de naturaleza que son
capaces de congelar un ave en pleno vuelo con lo que eso implica de predecir y
acertar, muchas veces a la primera, pues tal vez no habrá una segunda
oportunidad.
Y todo
esto es lo que me viene a la cabeza cuando me topo con fotografías como las de Lumir
Koutnik (http://www.photolumir.com) o Jaromir
Zebrák (http://www.photozebrak.cz) que
requieren grandes dosis de paciencia y predicción para apretar el disparador en
el momento justo (Os dejo los enlaces a sus páginas web para que os deleitéis
con sus fotos).
La
fotografía que hoy os dejo habría sido una bonita foto de naturaleza si el
obturador se hubiera disparado 12 segundos antes que es cuando estaban pasando
los patos por delante de mí, pero la fortuna quiso que la noche anterior, que
estuve haciendo unas fotos nocturnas, me dejara los ajustes de la cámara con el
autodisparador retardado 12 segundos de forma que la primera foto de la mañana
siguiente al disparar, sonó el maldito pito intermitente anunciando el retardo
del disparo y ocasionando que el obturador se accionara justo cuando los patos
ya se habían metido entre la vegetación. El único consuelo es que con el otro
ojo, el que mantengo abierto, pude observar tan fantástica escena para mi
deleite personal. En fin, que no os olvidéis de repasar los ajustes de la
cámara siempre que vayáis a iniciar una sesión de fotos.
¡Hasta
pronto!
jmartinezbert