martes, 18 de junio de 2013

Con los ojos abiertos


Con los ojos abiertos
Hace meses que paso regularmente frente a esta puerta sin prestarle mayor atención. La enredadera estaba sin hojas y tenía aspecto de estar seca. La buganvilla sin flores parecía un matorral sin ningún atractivo. Lo que mis ojos veían era una simple puerta de madera, así que durante meses pasé por delante suyo indiferente, sin tan siquiera mirarla.
Hace unos días volví a pasar frente a la puerta, pero esta vez algo llamo mi atención. La primavera hizo su trabajo y cubrió la enredadera de hojas y llenó la buganvilla de esas preciosas brácteas de intenso color fucsia. Todo había cambiado. Saqué la cámara y encuadré, o mejor dicho, re encuadré, dejando entrever el sombreado y fresco jardín que se esconde tras la vieja puerta de madera.
La escena estaba preparada. Yo solo pase por allí con los ojos abiertos
Ahora lamento todas las fotos que me habré perdido por no haber estado allí en el momento oportuno.
Saludos,
¡Hasta pronto!

jmartinezbert

domingo, 9 de junio de 2013

Todo mentira



Todo mentira
Uno de los temas recurrentes en fotografía es el de la alteración de la “realidad” mediante la manipulación de las imágenes, pero ¿qué es lo que podemos considerar manipulación? y ¿cuáles son los límites aceptables para que una fotografía se considere que es reflejo de la realidad?
Lo fácil es poner el límite en la alteración de la imagen mediante herramientas que permiten eliminar partes indeseadas y/o añadir elementos nuevos que no estaban presentes en el momento de la toma. Y digo que es lo fácil porque es “objetivo”. Es muy fácil ver si la imagen se ha alterado quitando o añadiendo cosas sin prestar atención a nada más.
¿Pero esto es así de claro? ¿El límite debe estar ahí, en quitar y poner elementos en la escena? ¿O hay otras formas de alterar la realidad igualmente agresivas pero más sutiles?
Nos cargamos un fotógrafo porque ha añadido más humo durante un bombardeo. ¡Bien!. Eso no debe hacerse porque altera la realidad. La foto puede quedar más estética pero añadir más humo es añadir dramatismo y eso no puede ser. Nos cargamos a otro fotógrafo porque realiza un fotomontaje con la intención de mostrar algo que en realidad no pasa. ¡Bien!. No se puede mentir. La fotografía debe mostrar lo que pasa no lo que queremos que pase.
Pero hay otras maneras de alterar la realidad sin recurrir a este tipo de manipulación.
En el momento de la toma ya estamos manipulando la imagen porque el solo hecho de encuadrar supone un recorte partidista y subjetivo de la realidad. Nos influyen aspectos estéticos, de moda, culturales, ideológicos… que nos hacen destacar unos elementos por encima de otros.
Todos sabemos que podemos dar mayor o menor relevancia a un personaje si lo situamos en un lugar u otro de la composición. Todos sabemos que cuando hacemos un contrapicado estamos añadiendo orgullo o magnificando al sujeto. Todos sabemos…
La elección de un determinado objetivo o ajuste de la cámara también influirá sustancialmente sobre lo que mostramos. Desenfocar sirve, en sentido contrario, para enfocar solo lo que queremos y eso equivale a aislar a abstraer. Y ya se sabe que sacando las cosas de contexto podemos transmitir un mensaje diferente de la realidad.
No hablemos ya del procesado. Re encuadres, recortes, ajustes de exposición, brillo, contraste, color, saturación, curvas y niveles… y un largo etcétera de parámetros de todo tipo que bajo el título de “mejoras” acaban siendo una alteración más de lo real, parte por condicionantes técnicos y parte por nuestro propio gusto estético y cultural.
¿Y cuándo mostramos la fotografía? El contexto, el espacio físico donde se muestra, el soporte…
Los que habéis expuesto o presentado vuestras fotografías sabéis de la importancia de la elección del paspartu, el marco…
Las imágenes “reales” no gustan. Los papeles y la basura los eliminamos con el tampón de clonar. Saturamos los colores para adaptarlos a la moda, aunque no se parezcan en nada a los del momento de la toma. Creamos efectos plata, satinados…El agua lenta es tan lenta que es irreal (nadie la puede ver así) pero es lo que gusta y por destacar, para diferenciarnos, hacemos uso y abuso de todas estas técnicas, a menudo, sin reflexionar sobre el grado en que estamos alterando la realidad. 
Visto esto vuelvo a preguntar: ¿qué es lo que podemos considerar manipulación? y ¿cuáles son los límites aceptables para que una fotografía se considere que es reflejo de la realidad?
No lo sé, pero empiezo a creer seriamente que en fotografía es mejor no creer todo lo que vemos.
Para muestra os dejo dos fotografías de un paisaje tomado moviendo apenas unos centímetros la cámara. Vosotros juzgareis.
Y para terminar, un poco de humor. El enlace que hay al final del post os llevará a un programa de TV que trata precisamente sobre eso, sobre la verdad y la mentira de las fotografías. Se trata de un relato ficticio de Joan Fontcuberta (Premio Hasselblad 2013) montado sobre el supuesto valor testimonial que tienen las fotografías.
Espero que disfrutéis del relato tanto como yo.
Saludos,
¡Hasta pronto!
jmartinezbert

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http://www.rtve.es/alacarta/videos/la-aventura-del-saber/aventura-del-saber-joan-fontcuberta-sputnik/1833319/