No sé si a
vosotros os ha pasado alguna vez que después de estar un montón de tiempo para
sacar una fotografía, llegáis a casa y, cuando la abrís en el ordenador no la encontráis
tan espectacular como la habíais pre visualizado.
La
fotografía que ilustra este post la obtuve hace ya unos meses y la he procesado
de muchas formas diferentes porque, una vez procesada, no era capaz de
reproducir la sensación del momento de la toma.
El lugar es de
una belleza singular. Es el lago Naorte, situado en el Parc Natural de l’ Alt
Pirineu. Para llegar hasta allí tuve que subir en un todoterreno hasta el
Estany del Closell y de allí seguir a pie hasta el lago Naorte. El día era
soleado y soplaba una ligera brisa que refrescaba el ambiente, lo cual
resultaba muy agradable en el mes de agosto.
Después de
varios disparos por los alrededores me situé sobre un saliente rocoso acabado
en punta que, a modo de flecha, señalaba hacia las altas cimas que rodean el
lago. Pensé que podía aprovechar esa forma peculiar de la roca para usarla como
líneas principales que condujeran la vista hacia las montañas.
Con esta
idea en la cabeza realice varios disparos con diferentes ajustes para conseguir
una buena profundidad de campo y una exposición correcta y adecuada. Elegí el
formato vertical para, todavía más, concentrar la vista en las montañas del
fondo que eran el motivo de la fotografía. A pesar de la belleza del lago y sus
alrededores lo que proporcionaba la sensación de majestuosidad eran las altas
cimas por encima de todo lo demás.
Ya en casa,
experimente con diferentes procesados pero todos los intentos resultaron
fallidos. No conseguía la misma e inmediata sensación de empequeñecimiento que
sentía frente a las montañas el día que tomé la foto. Creo que esto se debía
porque las texturas de las rocas eran demasiado fuertes y los colores demasiado
uniformes provocando que la vista se perdiera unos segundos, antes de llegar al
punto que yo quería (las cimas de las montañas).
Finalmente,
después de muchas pruebas y, sobre todo, de muchas decepciones –que no
desánimo- di con la solución que me satisfizo lo suficiente como para mostrar
la fotografía públicamente: la pasé a blanco y negro.
Dividí la
imagen en tres planos. El primer plano (el saliente rocoso) lo oscurecí
suficientemente como para que el observador no se perdiera en los detalles de
la textura de la roca. Una ligera subexposición es suficiente para catapultar
la vista hacia la luz, es decir hacia el otro lado de la orilla del lago donde
están las cimas de las montañas. Para no perder al observador por el camino
oscurecí también el agua del lago y la zona boscosa que se extiende al pie de
las montañas (este sería el segundo plano). Finalmente ilumine suficientemente
las cimas para que destacaran del conjunto.
Espero que
os guste y que experimentéis una sensación parecida a la que tuve el día de la
toma.
¡Hasta
pronto!
jmartinezbert