viernes, 27 de junio de 2014

Jugar con la luz


No sé si a vosotros os ha pasado alguna vez que después de estar un montón de tiempo para sacar una fotografía, llegáis a casa y, cuando la abrís en el ordenador no la encontráis tan espectacular como la habíais pre visualizado.
La fotografía que ilustra este post la obtuve hace ya unos meses y la he procesado de muchas formas diferentes porque, una vez procesada, no era capaz de reproducir la sensación del momento de la toma.
El lugar es de una belleza singular. Es el lago Naorte, situado en el Parc Natural de l’ Alt Pirineu. Para llegar hasta allí tuve que subir en un todoterreno hasta el Estany del Closell y de allí seguir a pie hasta el lago Naorte. El día era soleado y soplaba una ligera brisa que refrescaba el ambiente, lo cual resultaba muy agradable en el mes de agosto.
Después de varios disparos por los alrededores me situé sobre un saliente rocoso acabado en punta que, a modo de flecha, señalaba hacia las altas cimas que rodean el lago. Pensé que podía aprovechar esa forma peculiar de la roca para usarla como líneas principales que condujeran la vista hacia las montañas.
Con esta idea en la cabeza realice varios disparos con diferentes ajustes para conseguir una buena profundidad de campo y una exposición correcta y adecuada. Elegí el formato vertical para, todavía más, concentrar la vista en las montañas del fondo que eran el motivo de la fotografía. A pesar de la belleza del lago y sus alrededores lo que proporcionaba la sensación de majestuosidad eran las altas cimas por encima de todo lo demás.
Ya en casa, experimente con diferentes procesados pero todos los intentos resultaron fallidos. No conseguía la misma e inmediata sensación de empequeñecimiento que sentía frente a las montañas el día que tomé la foto. Creo que esto se debía porque las texturas de las rocas eran demasiado fuertes y los colores demasiado uniformes provocando que la vista se perdiera unos segundos, antes de llegar al punto que yo quería (las cimas de las montañas).
Finalmente, después de muchas pruebas y, sobre todo, de muchas decepciones –que no desánimo- di con la solución que me satisfizo lo suficiente como para mostrar la fotografía públicamente: la pasé a blanco y negro.
Dividí la imagen en tres planos. El primer plano (el saliente rocoso) lo oscurecí suficientemente como para que el observador no se perdiera en los detalles de la textura de la roca. Una ligera subexposición es suficiente para catapultar la vista hacia la luz, es decir hacia el otro lado de la orilla del lago donde están las cimas de las montañas. Para no perder al observador por el camino oscurecí también el agua del lago y la zona boscosa que se extiende al pie de las montañas (este sería el segundo plano). Finalmente ilumine suficientemente las cimas para que destacaran del conjunto.           
Espero que os guste y que experimentéis una sensación parecida a la que tuve el día de la toma.
¡Hasta pronto!

jmartinezbert