Pasear al atardecer con la cámara colgada del hombro es, para mí, uno de los mayores placeres. Si además estás en la playa de Traba, entonces la experiencia es casi religiosa. La luz del sol incidiendo lateralmente sobre la playa, pone al descubierto las diferentes texturas de la arena, las plantas…poniendo de relieve hasta el más mínimo detalle.
Pero lo más espectacular es el contrate caliente/frío que forman los tonos rojizos de la puesta de sol con los azulados del cielo y el mar que me abstrae de la realidad y me hace viajar a ese universo paralelo de tranquilidad y relax.
Particularmente, hay fotografías que me invitan a la contemplación y cada vez que las miro me transmiten las sensaciones que sentía cuando las tomé. Así, cuando miro la foto que os adjunto como ilustración de este post, me golpea el rostro el mismo aire fresco de ese atardecer, escucho el mismo rumor de las olas, huelo el mismo olor salado del mar y siento la misma paz que sentí mientras contemplaba ese precioso lugar.
Hasta pronto.
jmartinezbert