martes, 31 de enero de 2017

Cuando el tiempo se para



Hay lugares en los que el tiempo parece que se haya parado. Que cuando llegas a ellos el resto del planeta se haya esfumado y solo quede el espacio de tu alrededor. Nada más. Hay tanto silencio que los oídos parece que se te hayan llenado de agua. No se oye nada. 
Uno de esos lugares es la Ribera de Bagergue, una planicie abierta al sur a 1.500 metros de altitud que se encuentra rodeada de altas montañas y por cuyo centro serpentea el río Unhòla (río rojo por la gran cantidad de hierro que hay en el suelo) que se desliza suavemente como para no irse nunca de allí, como para no abandonar ese magnífico paraje. 
Y es junto al río que te apetece sentarte en una piedra y quedarte mirando el lento discurrir del agua, los prados salpicados de bordas que se ven como casitas de juguete dispersas por el paisaje y, como no, las altas montañas que parecen vigilarlo todo como un guardián protector del valle.
Al final de la tarde, no puedes escapar a la tentación de sacar la cámara y capturar esa combinación de luces, sombras y colores que el sol, al ponerse, dibuja sobre el valle.
Las piedras del río tienen un característico color de óxido que el agua del Unhòla ha ido pintando con el tiempo y que contribuyen, si cabe, a aumentar la singularidad de este lugar tan especial.     

Para que os hagáis una ligera idea de lo espectacular del paraje os dejo un par de fotografías con el río de protagonista. 
Espero que os guste.
¡Hasta pronto!

jmartinezbert




domingo, 22 de enero de 2017

La primera luz de la mañana. Macizo de la Maladeta.


A las 6:00 de la mañana sonó el despertador. Era temprano pero el sol saldría a las 8:26 y a esa hora tenía que estar preparado para captar las primeras luces de la mañana. El trayecto hasta el mirador que hay frente al macizo de la Maladeta no era muy largo pero en diciembre las pistas de montaña nunca se sabe cómo van a estar. Un café y poca cosa más nos mantuvo calientes para el viaje y el Jeep y la pericia del conductor hizo el resto. Bajo las luces del coche se adivinaba una capa de hielo que todo lo cubría. El frío era intenso. 
Mientras subíamos por la pista que lleva hasta el Sauth deth Pish no cesaba de girar la cabeza para localizar el macizo, hasta que una de las veces vi que el bosque se abría frente al valle para dejar una hermosa vista de las cimas nevadas. Aparcamos en un recodo de la pista y con el termómetro bajo cero empezamos a montar el equipo. Una claridad tenue iluminaba el cielo. Faltaban unos 20 minutos para la salida del sol y ya todo estaba a punto. La cámara sobre el trípode apuntando a las montañas. El encuadre decidido. El histograma mostrando la exposición correcta. Había tenido tiempo para prepararlo todo bien.  No me podría perdonar haber madrugado tanto para luego echar a rodar todo el trabajo. 
Durante unos instantes dude que el sol fuera a salir. Todo se iba iluminando gradualmente pero no veía los rayos de sol. El histograma cambiaba constantemente y había que ir ajustando la exposición. De pronto, las nieves  de las cimas más altas del macizo se iluminaron con una luz cálida que en contraste con la blancura de la nieve conformaban la imagen que quería captar.
Esta vez, las cosas pasaron según lo previsto. Murphy no hizo acto de presencia y la experiencia fue del todo gratificante.
El revelado se ha hecho con ACR + Ps.     
Espero que os guste.
¡Hasta pronto!
jmartinezbert