martes, 31 de enero de 2017

Cuando el tiempo se para



Hay lugares en los que el tiempo parece que se haya parado. Que cuando llegas a ellos el resto del planeta se haya esfumado y solo quede el espacio de tu alrededor. Nada más. Hay tanto silencio que los oídos parece que se te hayan llenado de agua. No se oye nada. 
Uno de esos lugares es la Ribera de Bagergue, una planicie abierta al sur a 1.500 metros de altitud que se encuentra rodeada de altas montañas y por cuyo centro serpentea el río Unhòla (río rojo por la gran cantidad de hierro que hay en el suelo) que se desliza suavemente como para no irse nunca de allí, como para no abandonar ese magnífico paraje. 
Y es junto al río que te apetece sentarte en una piedra y quedarte mirando el lento discurrir del agua, los prados salpicados de bordas que se ven como casitas de juguete dispersas por el paisaje y, como no, las altas montañas que parecen vigilarlo todo como un guardián protector del valle.
Al final de la tarde, no puedes escapar a la tentación de sacar la cámara y capturar esa combinación de luces, sombras y colores que el sol, al ponerse, dibuja sobre el valle.
Las piedras del río tienen un característico color de óxido que el agua del Unhòla ha ido pintando con el tiempo y que contribuyen, si cabe, a aumentar la singularidad de este lugar tan especial.     

Para que os hagáis una ligera idea de lo espectacular del paraje os dejo un par de fotografías con el río de protagonista. 
Espero que os guste.
¡Hasta pronto!

jmartinezbert




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